La mexicana que hace plástico con desperdicio del tequila

La empresaria mexicana Ana Laborde creó la primera compañía que hace plástico con los desechos del agave. De acuerdo con el Consejo Regulador del Tequila, por cada litro de esta bebida que se produce en México se generan 12 litros de desechos orgánicos. Además, algunas empresas de tequila cortan las hojas del agave y queman o tiran las pencas, lo que provoca contaminación en el aire.

Ana considera que siempre ha sido una mujer emprendedora, a quien le gusta crear cosas nuevas y encontrar solución a los problemas. 

Ana Laborde

Uno de los temas que más le preocupan es el cambio climático. En 2009 cursaba una maestría en innovación en el Tecnológico de Monterrey, el estado donde ella nació. Le pidieron hacer un proyecto y pensó en hacer algo que contribuyera con el medio ambiente. 

En ese mismo año, se impulsó una ley para el uso de bioplásticos en algunos productos sobre todo en las bolsas del súper. Las nuevas tecnologías venían de Canadá y Estados Unidos, no había ninguna en México. Por eso Ana decidió brindar una opción que fuera mexicana. 

Ana tenía el antecedente de otras empresas que utilizan maíz para hacer bioplásticos. Al iniciar su proyecto, “lo único que tenía claro era que no quería utilizar materias que son alimentos, como la papa y el maíz, porque con ellos se les puede dar de comer a las personas, tenía que haber otra sustancia”, dice.

Los tesoros del agave

El primo de Ana trabaja en la industria tequilera, y recordó que en una reunión familiar él le comentó la gran cantidad de bagazo, o desecho, del agave que se genera.

Ana comenta que la relación familiar con su primo siempre fue muy estrecha, a pesar de que él es 10 años mayor que ella. “Gracias al apoyo de mi primo es que este proyecto ha logrado salir adelante”, pues él es quien la asesora en los temas del agave y la manera en cómo puede reusar sus desechos.

Al principio Ana no estaba segura de utilizar la fibra del agave porque nadie más lo había intentado. Pero su primo, quien desde el inicio la apoyó, la motivó a arriesgarse. “Mi primo siempre creyó en mí y en mi proyecto.  Me ha apoyado y continúa haciéndolo, él es quien busca darle difusión para que cada vez más personas conozcan la empresa”. 

Convencida de que el proyecto podría funcionar, Ana empezó a hacer pruebas y estudios para saber de qué forma podía darle un mejor uso a los desechos orgánicos. “Cuando vimos que podíamos utilizar la fibra de agave nos emocionamos mucho porque nos dimos cuenta de que eran productos que no necesariamente servían como alimento”

La falta de confianza

Ana decidió hacer su propia empresa en Monterrey, Bio Solutions. Hizo una pequeña planta piloto para empezar a vender el material.

“Existía resistencia de inicio a probarlos o intentar ponerlo en sus productos, afortunadamente dentro de esos productores siempre hubo algunos con la visión de innovación, con la curiosidad de algo nuevo, o con la misión de entrar al mundo de la sustentabilidad y ellos fueron los que poco a poco nos dieron la oportunidad de ponerlo en el mercado”, dice Ana.

La primera empresa que invirtió en los bioplásticos hechos con agave fue “Siempre Verde” una empresa que dirige gente joven. La venta fue pequeña: fabricaron unos envases para fertilizante, pero a partir de eso otras empresas los contactaron.

Ana opina que son los jóvenes quienes tienen más conciencia ecológica a diferencia de otras generaciones. Además menciona que ayudar al ambiente tiene otras ventajas: “Al utilizar este tipo de materiales las empresas pueden cubrir uno de los requisitos que se piden para ser una empresa socialmente responsable que es un beneficio tanto a nivel empresarial como para sus compradores".

Debido a la demanda, el año pasado Ana y sus colaboradores se vieron en la necesidad de aumentar la capacidad de producción. Abrieron una nueva planta para reciclar el agave en Querétaro. Ahora en el norte del país sólo coordinan las operaciones de venta y envío del bagazo a su nueva planta. Eligieron esta ciudad como una zona estratégica, porque está cerca de Jalisco, uno de los estados donde hay más agave. 

Imagen CONACYT

Jalisco junto con Michoacán, Tamaulipas, Guanajuato y Nayarit son los principales estados productores de tequila en México.En 2016, el Consejo Regulador del Tequila dio a conocer que la producción de esta bebida en Jalisco alcanzó los 92 millones de litros tan sólo en los primeros meses del año. 

¿Cómo se hacen plásticos con la fibra del agave?

Para hacer plásticos con el agave, el primer paso es trabajar con el bagazo, debe pasar por un proceso de limpieza, secado, preparación de las fibras y extracción de la celulosa.

Cuando está limpio se mezcla con la resina plástica que al final es la fibra que se vende para así transformarla en productos de uso cotidiano como: bolsas de plástico, envases, recipientes, cubetas y todos los objetos que tengan el plástico como ingrediente principal. 

El sello mexicano

Los productos que resultan de la fibra del agave se han presentado en ferias internacionales donde la gente los reconoce como mexicanos por venir de la misma planta con la que se produce el tequila. 
El tequila es un producto con “denominación de origen”, es decir, sus características dependen de los factores naturales de la región donde se produce y no se encuentra en ninguna otra parte del mundo.

Un granito de arena

El objetivo del proyecto ha ido evolucionando y creciendo, ahora también es que los conozcan más empresas en México y que utilicen su fibra para llegar a mercados internacionales como EU y Canadá.

Desde que inició el proyecto, han reutilizado alrededor de 100 toneladas de fibras de agave.  Sin embargo, Ana advierte que su producción es muy poca a comparación de lo que genera en la industria tequilera, aún no solucionan el tema del desecho, pero ofrecen una alternativa para reutilizarlo.  

Ana asegura que la principal motivación para crear este tipo de empresa fue tomar conciencia de que podían hacer algo benéfico para el mundo. Retoma una cita del ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama: “somos la primer generación en sentir los efectos del cambio climático y la última que puede hacer algo al respecto".

Ana dice que le gustaría dejar un mundo mejor para las futuras generaciones y que ellos también tengan la cultura de reutilizar los productos provenientes de la naturaleza aprovechando los recursos renovables. 

“Me encantaría que varias regiones del país pudieran aprovechar los subproductos que generan localmente para convertirlos en materiales sustentables, y que ese modelo pudiera replicarse en el mundo. Aprovechemos los recursos renovables”, concluye Ana.